Las unidades de elevación se fijan a vigas transversales que se apoyan en soportes en la pared del foso. Así, el sistema «cuelga» en el foso y no se apoya en el suelo.
Este diseño se elige a menudo para los edificios nuevos, ya que es mucho más fácil concretar los salientes de los muros dentro de las tolerancias requeridas que la superficie del suelo. Y si algo falla en los soportes, la zona de apoyo puede nivelarse simplemente colocando placas de acero debajo.

Los sistemas suspendidos bajo el suelo también tienen sus ventajas dado su mayor facilidad de mantenimiento, ya que es mucho más fácil acceder a las piezas de accionamiento y desgaste.